Así es como la convivencia entre perros y bebés influye en su desarrollo

La exposición de un bebé a los perros interactúa con la genética involucrada en la interleucina-7, una proteína llamada citocina que regula la inflamación.

Miguel Pérez · Hace 9 horas
Eccema.

Tener perros en la familia podría reducir el riesgo de que los bebés desarrollen eccema más adelante en la infancia, según una nueva revisión de evidencias, de la que da cuenta HealthDay News.

Específicamente, la exposición a los caninos parece influir en el riesgo genético de eccema de un niño, al atenuar la inflamación de la piel, reportan los investigadores en la edición del 4 de junio de la revista Allergy.

“Estudios anteriores han mostrado que tener un perro como mascota podría ser protector, pero este es el primer estudio que muestra cómo podría ocurrir a nivel molecular”, señaló en un comunicado de prensa la investigadora sénior, la doctora Sara Brown . Es profesora de dermatología en la Universidad de Edimburgo, en el Reino Unido.

Los episodios de eczema ocurren cuando un irritante o alérgeno provoca una respuesta inmunitaria en la piel, lo que hace que los parches se sequen, piquen y se inflamen, apuntaron los investigadores en las notas de respaldo.

Se sabe que algunas personas están genéticamente predispuestas al eczema, pero no está claro exactamente cómo interactúan los genes de una persona con el ambiente para aumentar o disminuir su riesgo de la enfermedad de la piel, dijeron los investigadores.

Para este estudio, los investigadores analizaron datos de 16 estudios anteriores para evaluar las interacciones entre 24 variantes genéticas conocidas relacionadas con el eccema y una lista de 18 factores ambientales que podrían influir en la susceptibilidad de un bebé más adelante en la vida.

Ambiente en un estudio

Este análisis, en el que participaron más de 25,000 personas, redujo esa lista a siete factores: el uso de antibióticos, la propiedad de un gato, la tenencia de un perro, la lactancia materna, tener un hermano mayor, el tabaquismo y la higiene.

Luego, el equipo aplicó esos hallazgos a los datos de otras 254,000 personas, para ver qué genes y qué factores ambientales influían más fuertemente en el riesgo de eczema.

“Nuestra investigación tiene como objetivo responder a algunas de las preguntas más difíciles que me hacen en la clínica: ‘¿Por qué mi hijo tiene eccema?’ y ‘¿Qué puedo hacer para ayudar a proteger a mi bebé?’”, dijo la investigadora sénior, la doctora Sara Brown.

Ese segundo análisis encontró que la exposición de un bebé a los perros interactúa con la genética involucrada en la interleucina-7, un tipo de proteína inmune llamada citocina que regula la inflamación.

Las pruebas de laboratorio mostraron que la exposición del perro interactúa con una variante genética que de otro modo podría causar eccema, esencialmente suprimiendo la inflamación de la piel al influir en la expresión de los receptores de interleucina-7 en las células de la piel humana.

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