El chocolate Dubái: de antojo de embarazo a sensación internacional

El chocolate Dubái pasó de antojo viral a ícono pop global: una muestra de cómo lo visual y emocional redefine el consumo en la era digital.

Braulio Reyes · Hace 11 horas
auge del chocolate Dubái ha generado un aumento en la demanda de pistachos, elevando los precios y creando tensión en los mercados de productores tradicionales.

El llamado chocolate Dubái no surgió de una fábrica multinacional, sino de un antojo de embarazo. Sarah Hamouda, fundadora de Fix Dessert Chocolatier, diseñó en 2021 una barra que combinara sabores árabes tradicionales como el knafeh con el chocolate con leche. El resultado fue “Can’t Get Knafeh of It”, una tableta de chocolate, pistacho y masa kataifi crujiente, que se convirtió en un fenómeno global tras viralizarse en redes gracias a la influencer Diana María Veheras. Su textura ASMR, su empaque rosa y su sabor lujoso capturaron a millones de usuarios.

Desde Dubái, Fix comercializó su producto con producción restringida y venta exclusiva vía Deliveroo, lo que alimentó la percepción de artículo premium. Solo 500 barras por día —que se agotan en minutos— crearon una ola de FOMO (miedo a quedarse fuera), con compradores siguiendo horarios exactos y publicando reacciones en TikTok. El chocolate se convirtió en sinónimo de deseo exclusivo, al alcance de pocos.

El furor no tardó en saltar fronteras. En España, supermercados como Lidl y Primaprix lanzaron versiones inspiradas en el producto original, con precios accesibles pero gran demanda. Algunas tabletas se revendieron hasta en 60 €, y su éxito fue impulsado por estrategias que replican el encanto visual y la textura del chocolate original, ahora en formatos más cotidianos.

El término “chocolate Dubái” no está registrado legalmente, lo que ha provocado una ola de imitaciones y disputas. En países como Alemania y España ya se discuten los límites del uso del nombre, mientras marcas locales e internacionales aprovechan el vacío para lanzar productos con el mismo estilo y denominación. El debate sobre la autenticidad y la protección legal apenas comienza.

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El ingrediente estrella —la crema de pistacho— ha tenido un impacto inesperado en la cadena de suministro. El auge del chocolate Dubái ha generado un aumento en la demanda de pistachos, elevando los precios y creando tensión en los mercados de productores tradicionales. En América Latina ya se ven productos locales inspirados en esta tendencia, desde alfajores hasta helados.

Aunque expertos en gastronomía dudan de la calidad real de muchas imitaciones —poco relleno o ingredientes industrializados—, su éxito comercial es indiscutible. Marcas reconocidas como Lindt han adoptado el formato, señal de que esta estética y perfil de sabor llegaron para quedarse. Aun así, el debate sobre su valor cultural, autenticidad y sustentabilidad sigue abierto.

Del antojo privado a la cultura pop internacional, el chocolate Dubái se ha convertido en algo más que un dulce: es un símbolo de cómo una tendencia digital puede transformar hábitos de consumo globales, y cómo lo visual y emocional pesa tanto como el sabor.


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