Cómo el azúcar daña tu cuerpo sin que lo notes
El azúcar influye en el cerebro y el equilibrio emocional. Las subidas y bajadas bruscas de glucosa pueden causar ansiedad, irritabilidad y fatiga.
El exceso de azúcar en la dieta provoca desequilibrios importantes en el organismo. Cuando consumimos más glucosa de la que el cuerpo necesita, esta se almacena en forma de grasa. Con el tiempo, este proceso favorece la acumulación en zonas como el abdomen. Además, aumenta el riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad.
Un consumo elevado de azúcar también afecta al páncreas, órgano encargado de producir insulina. Al exigirle un trabajo constante, puede volverse menos eficiente. Esto deriva en un estado conocido como resistencia a la insulina, antesala de la diabetes tipo 2. Una vez instaurado, el cuerpo pierde la capacidad de regular adecuadamente la glucosa.
El daño no se limita al metabolismo; el azúcar influye en la salud cardiovascular. El exceso favorece el incremento de triglicéridos y colesterol LDL. Estos elementos se acumulan en las arterias y reducen el flujo sanguíneo. Como consecuencia, aumenta la probabilidad de sufrir infartos o derrames cerebrales.
Otro efecto perjudicial es su impacto en el hígado. La fructosa, presente en muchos azúcares añadidos, se procesa directamente en este órgano. Cuando es demasiada, contribuye a la aparición del hígado graso no alcohólico. Esta condición puede evolucionar hacia inflamación y daño hepático crónico. Sin tratamiento, afecta gravemente la calidad de vida.
El consumo excesivo de azúcar también perjudica la salud dental. Las bacterias de la boca se alimentan de los azúcares simples y producen ácidos que desgastan el esmalte. Este desgaste facilita la aparición de caries, infecciones y mal aliento. Una higiene bucal deficiente potencia aún más estos efectos.

