La SEP crea alianza con cigarreras, refresqueras y fábricas de chatarra al plan de salud escolar

El plan de salud escolar, denominado "Vive Saludable, Vive Feliz", busca implementar una serie de medidas para combatir problemas de salud prevalentes en la población infantil y adolescente.

Israel Pantaleon ·  14 DE ABRIL DE 2025

En una movida que ha generado controversia y críticas, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha anunciado una alianza estratégica con diversas industrias, incluyendo cigarreras, refresqueras y fabricantes de alimentos procesados, dentro del marco de su nuevo plan de salud escolar. Esta colaboración, cuyo objetivo declarado es promover hábitos saludables entre los estudiantes, ha levantado serias interrogantes sobre su efectividad y las posibles implicaciones éticas.

El plan de salud escolar, denominado «Vive Saludable, Vive Feliz», busca implementar una serie de medidas para combatir problemas de salud prevalentes en la población infantil y adolescente, como la obesidad, el sobrepeso y las enfermedades relacionadas con el consumo de productos ultraprocesados y el sedentarismo. Entre las acciones contempladas se encuentran la promoción de la actividad física, la educación nutricional y la restricción de la venta de alimentos y bebidas no saludables dentro de los planteles educativos, medida que entrará en vigor a partir del 29 de marzo de 2025.

Sin embargo, la inclusión de empresas cuyas actividades principales están directamente relacionadas con la producción y comercialización de productos perjudiciales para la salud en este plan ha causado sorpresa e indignación entre diversos sectores de la sociedad, incluyendo organizaciones de la salud, padres de familia y académicos.

Argumentos a favor de la alianza

Desde la SEP, se ha argumentado que esta alianza busca aprovechar la experiencia y la capacidad logística de estas industrias para llegar a un mayor número de estudiantes y comunidades escolares. Los representantes empresariales, por su parte, han manifestado su «firme compromiso con el desarrollo integral de la niñez mexicana», ofreciendo su experiencia en áreas como la distribución y la comunicación para apoyar las iniciativas del plan. Se ha mencionado la posibilidad de donaciones y la implementación de programas de responsabilidad social empresarial enfocados en la promoción de estilos de vida saludables.

Críticas y preocupaciones

A pesar de los argumentos presentados, las críticas a esta alianza no se han hecho esperar. Expertos en salud pública advierten sobre el potencial conflicto de interés que surge al involucrar a empresas cuya rentabilidad depende de la venta de productos que el plan supuestamente busca desalentar. La preocupación radica en que la participación de estas industrias podría diluir los mensajes de prevención, promover una imagen «saludable» de sus productos o incluso influir en las políticas y lineamientos del plan en su propio beneficio.

Organizaciones de la sociedad civil han calificado la alianza como un «error estratégico» y una «contradicción flagrante» con los objetivos de salud pública. Señalan que la credibilidad del plan se ve comprometida al asociarse con entidades que han sido históricamente señaladas por su contribución a los problemas de salud que se buscan combatir. Existe el temor de que esta colaboración se convierta en una estrategia de «lavado de imagen» para las industrias involucradas, permitiéndoles mejorar su reputación sin realizar cambios sustanciales en sus prácticas comerciales.

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Implicaciones para la salud escolar

La efectividad del plan «Vive Saludable, Vive Feliz» podría verse significativamente afectada por esta alianza. La confusión generada por la participación de las industrias de productos nocivos podría dificultar la adopción de hábitos saludables por parte de los estudiantes. Existe el riesgo de que los mensajes educativos se vean socavados por la presencia de marcas y la promoción de productos que contradicen los principios de una alimentación saludable.

Además, la alianza podría enviar un mensaje contradictorio a la comunidad educativa, sugiriendo que el consumo de cigarrillos, refrescos azucarados y alimentos ultraprocesados puede ser compatible con un estilo de vida saludable si se realiza con «moderación» o si las empresas involucradas participan en iniciativas de responsabilidad social.


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