EE. UU. paga salario de militares gracias a donación privada

La donación permitió ganar tiempo y evitar una crisis inmediata de pagos, pero no resuelve el problema estructural del financiamiento público.

Braulio Reyes · Hace 11 horas
El hecho de que la donación se realizara de manera anónima levanta sospechas de su procedencia. Foto: X

El Departamento de Defensa de Estados Unidos (DoD) confirmó la recepción de una donación anónima por 130 millones de dólares, destinada al pago de salarios del personal militar activo. La medida, sin precedentes en la historia reciente, se produce mientras el gobierno federal enfrenta un cierre parcial por falta de acuerdo presupuestario en el Congreso, lo que ha puesto en riesgo los pagos a empleados públicos y fuerzas armadas.

La parálisis presupuestaria, que mantiene congeladas las asignaciones federales, amenazaba con dejar sin salario a cientos de miles de militares. Según estimaciones del propio Pentágono, su nómina habitual asciende a 7.5 mil millones de dólares cada dos semanas, una cifra imposible de cubrir sin la aprobación del Congreso.

Ante la emergencia, el Departamento de Defensa recurrió a una disposición que le permite aceptar donaciones privadas, con el compromiso de aplicar los fondos únicamente al pago de salarios. Sin embargo, la aceptación de esta ayuda financiera ha generado una fuerte controversia por su posible incompatibilidad con la ley de asignaciones presupuestarias, que prohíbe el uso de recursos no autorizados para financiar operaciones federales.

El hecho de que la donación se realizara de manera anónima —y sin pasar por los filtros tradicionales de supervisión legislativa— levantó sospechas sobre su origen y posibles motivaciones políticas.
Pocos días después, diversos medios estadounidenses identificaron al magnate Timothy Mellon como el presunto benefactor. Mellon es conocido por sus donaciones millonarias a causas conservadoras y campañas republicanas, lo que ha reavivado el debate sobre la influencia privada en asuntos militares.

Expertos en ética gubernamental advirtieron que el gesto, aunque legal en apariencia, podría sentar un precedente riesgoso, abriendo la puerta a que individuos o corporaciones financien sectores estratégicos del Estado a cambio de influencia o reconocimiento.

Analistas del Instituto Americano de Empresas (AEI) destacaron que los 130 millones de dólares apenas cubren un tercio de un solo día de nómina militar, por lo que su impacto real es más simbólico que económico.
La donación permitió ganar tiempo y evitar una crisis inmediata de pagos, pero no resuelve el problema estructural del financiamiento público.

El Congreso estadounidense deberá revisar la legalidad y alcance de este tipo de donaciones, así como los mecanismos de control y rendición de cuentas del Pentágono.
Mientras tanto, la Casa Blanca y el Departamento de Defensa insisten en la necesidad de aprobar un nuevo presupuesto antes de que la falta de liquidez afecte otras operaciones estratégicas.

Si bien el aporte privado evitó un impago temporal a las tropas, también abrió un debate profundo sobre la independencia institucional del Ejército y los límites del financiamiento privado en funciones esenciales del Estado.

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