Trump impone arancel de 100% a cine extranjero
Países como Canadá, Reino Unido y México, que han sido destinos frecuentes de filmaciones estadounidenses, podrían responder con medidas similares que afecten las exportaciones culturales y tecnológicas de Estados Unidos.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera del país, en una medida que ha generado reacciones inmediatas dentro y fuera de la industria cinematográfica global. El anuncio fue hecho el 4 de mayo a través de su plataforma Truth Social, donde el mandatario argumentó que esta decisión busca revitalizar el cine estadounidense y protegerlo de lo que calificó como «competencia desleal» y «propaganda extranjera».
Según Trump, la iniciativa responde al crecimiento de rodajes internacionales impulsados por incentivos fiscales de otros países, lo que ha afectado negativamente a Hollywood y a las producciones locales.
«No permitiremos que nuestras películas se hagan en otros países solo porque resulta más barato. El cine es parte de nuestra identidad nacional», declaró.
Este nuevo arancel será implementado por el Departamento de Comercio y la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, aunque hasta ahora no se han dado detalles específicos sobre el calendario o el mecanismo de aplicación. Lo que sí se anticipa es un impacto directo en los estudios que filman frecuentemente en el extranjero, como Disney, Netflix y Universal.
De acuerdo con datos de Bloomberg, en 2023 más del 50% de los proyectos cinematográficos y televisivos estadounidenses con presupuestos superiores a 40 millones de dólares se realizaron fuera del país. Esto ha provocado una disminución cercana al 40% en la producción cinematográfica en Los Ángeles en la última década, fenómeno que también se ha visto agravado por huelgas laborales y fenómenos naturales como incendios forestales.
La reacción de los estudios no se ha hecho esperar. Si bien algunos productores se han mostrado cautelosos a la espera de mayores precisiones, otros han advertido que esta medida podría ahuyentar aún más las inversiones en una industria que ya enfrenta desafíos financieros.
«Es un golpe a la libertad creativa y a la diversidad de locaciones que enriquecen nuestras historias», declaró un ejecutivo de Warner Bros. bajo condición de anonimato.
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A nivel internacional, se teme una ola de represalias. Países como Canadá, Reino Unido y México, que han sido destinos frecuentes de filmaciones estadounidenses, podrían responder con medidas similares que afecten las exportaciones culturales y tecnológicas de Estados Unidos. En el caso de China, el segundo mercado más importante para Hollywood, ya se especula con una reducción en la cuota de películas estadounidenses permitidas en sus salas.
Expertos en relaciones comerciales han señalado que esta decisión forma parte de una política más amplia de proteccionismo económico por parte de Trump, que ya ha incluido tarifas a productos como el acero, aluminio, automóviles y electrodomésticos.
«El cine no solo es entretenimiento; es también una herramienta geopolítica», advierten analistas de CNN.
La medida ha sido también interpretada como una estrategia electoral, en la que Trump busca apelar a sectores conservadores que ven con recelo las narrativas progresistas en el cine actual. Sin embargo, muchos artistas y cineastas han manifestado su rechazo, argumentando que el arte no debe estar sujeto a fronteras ni a intereses políticos.
Gremios como el Directors Guild of America y el Screen Actors Guild han comenzado a preparar comunicados oficiales y estrategias legales ante lo que consideran una violación a los acuerdos internacionales sobre libre comercio cultural.
Mientras tanto, gobernadores de estados con fuerte presencia de estudios, como California y Georgia, han llamado a revisar sus políticas fiscales para retener producciones locales.
«Si queremos que Hollywood se quede aquí, debemos hacerlo competitivo», dijo Gavin Newsom, gobernador de California.
La controversia está servida, y el mundo del cine se prepara para una posible reconfiguración en la forma de producir, distribuir y consumir contenido. El nuevo arancel de Trump no solo podría redefinir la industria estadounidense, sino alterar profundamente el equilibrio global del cine.