¿Te cae mal tu compañero de trabajo? Bienvenido a la familia disfuncional de la oficina
La oficina es como una gran familia... disfuncional. Todos hemos tenido un compañero que nos irrita, pero ¿cómo lidiar con él sin perder la calma ni el empleo? Aquí te damos una guía práctica y humana para sobrevivir al drama laboral.
Trabajar en una oficina es como formar parte de una gran familia… pero no cualquier familia, una familia disfuncional. Y ojo, eso no significa que sea mala. Al contrario: hasta las mejores familias tienen sus personajes incómodos, sus roces y sus dramas silenciosos. En el trabajo, como en la familia, no eliges a los que te rodean. Te toca compartir espacio con el intenso, la que siempre quiere llamar la atención, el que todo lo critica, la que se mete en todo, el que se roba ideas… y tú, intentando mantener la calma y hacer tu trabajo lo mejor posible.
Y es que, aceptémoslo: a todos nos ha tocado un compañero que nos cae mal. Que simplemente no nos pasa. Tal vez ni siquiera ha hecho algo grave, pero hay algo en su actitud que te irrita, te incomoda o te drena energía.
Entonces, ¿qué haces? No vas a renunciar por eso, pero tampoco quieres estar peleándote todos los días. Aquí te dejo una guía muy humana, con ejemplos concretos y consejos reales para convivir con personas difíciles en el trabajo… sin perder la paz (ni el empleo).
👑 La “sobrina estrella”: la que quiere toda la atención del jefe
Seguro conoces a alguien así: busca brillar en cada reunión, habla aunque no tenga mucho que decir, se ofrece a todo solo para quedar bien con el jefe y, si alguien más recibe un reconocimiento, parece que le hicieron un desaire. Es como esa sobrina en la cena familiar que necesita contar todo lo que logró, mostrar sus fotos, hablar más fuerte que todos y que, si alguien más acapara la atención… se molesta.
A veces, cuando no saben manejarlo, estas personas recurren al chisme, a la manipulación o hasta a desacreditar a los demás. Todo con tal de ser el centro del universo laboral.
¿Qué hacer?: No compitas con ellas. Tú no necesitas gritar para brillar. Haz tu trabajo, enfócate en aportar valor y deja que tus resultados hablen por ti. Si te sientes desplazado o invisible, busca oportunidades reales de demostrar tu talento, no entres en rivalidades inútiles.
🗣️ El primo chismoso que todo lo sabe (y todo lo cuenta)
Ese compañero que parece tener un radar para los chismes: quién se peleó, quién va a renunciar, qué dijo el jefe en privado. Vive de rumores y los alimenta como si fueran el menú del día. ¿Te recuerda al primo que, en cada reunión familiar, llega con “la exclusiva” de lo que nadie debía saber? Bueno, en la oficina es lo mismo: siembra dudas, genera tensión y alimenta conflictos que ni existen.
¿Qué hacer?: No te subas a ese tren. Aunque parezca divertido “estar enterado”, termina siendo un boomerang. Cuida tu imagen y tu energía. Si alguien te quiere meter en ese tipo de conversación, cambia el tema o salte con elegancia.
😤 El tío que todo critica (pero nunca propone nada)
Todo le molesta: los procesos, los horarios, las decisiones del jefe, los compañeros… pero nunca aporta nada nuevo. Solo se queja. Es como ese tío que llega a la reunión familiar, se sirve el plato, se queja de la comida y ni lava su vaso.
¿Qué hacer?: Evita engancharte. Escúchalo si quieres, pero no le sigas el juego. Trata de enfocarte en soluciones, en lo que sí puedes cambiar, y no en repetir las mismas quejas que él. Marca la diferencia con acciones, no con palabras.
¿Y cómo lidio con todo eso sin volverme loco?
Aquí vienen los tips prácticos que completan la estrategia para mantener tu paz en medio del caos:
1. No te enganches con todo: Si ya sabes que esa persona siempre interrumpe, o siempre se queja, no caigas en el juego cada vez. A veces lo más sano es dejarlo pasar, como cuando ignoras al tío incómodo en la cena de Navidad. No es que no importe, pero no todo merece una respuesta.
2. Pon límites sin pelearte: Si algo te incomoda, dilo. Pero dilo bien. No necesitas gritar ni armar drama para poner un alto. Puedes decir algo como: “Gracias por tu opinión, pero esta vez prefiero hacerlo a mi manera. Si se me complica, te consulto.” Claro, directo, respetuoso.
3. Desahógate, pero con quien sí te escuche: Hablar con alguien de confianza (sin chismes ni armar bandos) puede ayudarte a ver las cosas de otra forma. A veces solo necesitamos que alguien nos diga: “Sí, yo también lo noto” para sentirnos mejor y no pensar que exageramos.
4. Revísate tantito (sí, también tú): Este punto puede incomodar, pero es clave: ¿seguro que todo el problema es del otro? A veces lo que más nos molesta refleja algo nuestro. Tal vez te frustra que tu compañera sea caótica… porque tú eres súper controladora. No es que el otro esté bien, pero también puedes aprovechar para conocerte mejor.
5. Si ya es demasiado, pide ayuda: Si la situación se vuelve pesada de verdad —faltas de respeto, gritos, maltrato—, no tienes por qué aguantarte. Habla con tu líder directo o con Recursos Humanos. Tu salud mental no es negociable.
Para cerrar…
El trabajo es como una gran comida familiar: hay personas que te caen increíble, otras que toleras… y alguna que, si fuera por ti, no estaría en la mesa. Pero estás ahí, y puedes elegir cómo convivir con inteligencia emocional y sin drama.
Porque al final, nadie dijo que trabajar con personas fuera fácil… pero con un poquito de paciencia, límites bien puestos y buen humor, sí es posible llevar la fiesta en paz.
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