Juana Hilda González sale libre tras 19 años; la Corte invalida confesión obtenida bajo tortura en el controvertido caso Wallace

Juana Hilda González fue liberada tras 19 años en prisión. La SCJN anuló su condena al reconocer que su confesión, en el caso Wallace, fue obtenida bajo tortura.

Adolfo Flores ·  12 DE JUNIO DE 2025
Juana Hilda González abandona el penal federal de Morelos tras 19 años, tras ser absuelta por la Corte al invalidarse su confesión obtenida bajo tortura.

Después de 19 años en prisión, Juana Hilda González Lomelí fue liberada del penal federal de Morelos la noche del miércoles, luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenara su excarcelación inmediata. El argumento central: su confesión, utilizada para condenarla en el llamado «caso Wallace», fue obtenida mediante tortura.

¿Víctima de un montaje o pieza clave en un crimen no resuelto?

González fue detenida en 2006, acusada de participar en el secuestro y presunto asesinato de Hugo Alberto Wallace, hijo de la activista Isabel Miranda de Wallace. Según las versiones oficiales de la época, ella habría servido como “gancho” para atraer a la víctima a un departamento donde fue retenido.

Sin embargo, su versión cambió tras horas de interrogatorio. Primero se declaró inocente; luego, tras presuntas amenazas y tortura física y psicológica, firmó una confesión inculpatoria que, según la SCJN, no fue libre ni voluntaria.

Esa confesión, considerada la “piedra angular” del caso por la Fiscalía, ha sido ahora desestimada por la Corte, que considera que se violaron gravemente sus derechos humanos y que todo el proceso quedó viciado de origen.

El fallo que lo cambia todo

La Primera Sala del máximo tribunal resolvió —por mayoría de cuatro votos contra uno— que no existían elementos suficientes para justificar la permanencia de Juana Hilda en prisión. Se concluyó que las pruebas derivadas de su confesión eran inadmisibles por estar contaminadas por actos de tortura, violando los principios del debido proceso.

La resolución también señala omisiones graves por parte de la entonces Procuraduría General de la República al no investigar las denuncias de maltrato. No obstante, el fallo no ordena por ahora ninguna sanción penal contra los funcionarios responsables.

Una salida silenciosa, pero cargada de peso

La liberación ocurrió pasadas las 10 de la noche. Juana Hilda, visiblemente conmocionada y acompañada por su defensa, salió con pocas palabras para la prensa: “Estoy en shock… gracias, los amo”, dijo entre lágrimas. Al fondo, su familia la esperaba con discreción.

Sin embargo, su libertad reaviva las preguntas que nunca han sido respondidas con certeza: ¿Hubo realmente un crimen?, ¿existió un montaje?, ¿es Juana Hilda inocente o simplemente fue víctima de un proceso plagado de irregularidades?

¿Un caso desmoronado?

El caso Wallace ha sido durante años símbolo de lucha contra el secuestro, pero también objeto de creciente controversia. Diversas organizaciones han documentado posibles fabricaciones, pruebas débiles y torturas sistemáticas. Con esta liberación, ya son varios los acusados que aseguran haber sido inculpados bajo coacción.

No obstante, la madre de la víctima, Isabel Miranda, sostiene la culpabilidad de todos los señalados y ha calificado las recientes decisiones judiciales como «una traición a la justicia».

El fallo de la Corte podría abrir la puerta a nuevas liberaciones, entre ellas la de Brenda Quevedo Cruz, también detenida desde hace más de 15 años bajo acusaciones similares y con denuncias de tortura en su contra.

Un país entre la justicia y la duda

La SCJN deja un precedente crucial: las confesiones obtenidas bajo tortura no pueden ser la base de una sentencia. Pero la decisión también deja un vacío: no se ha dicho quién mató a Hugo Alberto Wallace, ni siquiera si realmente murió. Sin cuerpo, sin pruebas físicas contundentes y con testimonios en disputa, el caso se tambalea.

El desenlace, aunque celebrado por colectivos de derechos humanos, también abre una herida difícil de cerrar: ¿cuántas personas inocentes han sido encerradas en México por declaraciones arrancadas con violencia? Y al mismo tiempo, ¿cuántos culpables podrían caminar libres por errores del sistema?

El caso Wallace, lejos de cerrarse, se reabre con más sombras que certezas. La justicia mexicana se enfrenta ahora a un dilema tan profundo como incómodo: cómo reparar el daño sin perder la credibilidad, y cómo buscar la verdad en medio de la desconfianza.

¿Fue Juana Hilda González una víctima del sistema… o parte de un crimen que aún espera justicia?

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