En Yucatán, cinco de cada mil niños, padece mal auditivo
Se calcula que para el año 2050 habrá 34 millones de niños sordos en el mundo, y 2.5 billones de personas presentarán algún grado de pérdida auditiva.
De cada mil niños en el mundo, tres nacen con pérdida auditiva; sin embargo, en Yucatán la cifra es mayor: cinco de cada mil menores presentan problemas de audición, presuntamente debido a causas congénitas.
Más allá de la incidencia, la atención temprana a la sordera infantil resulta fundamental, ya que es en los primeros años de vida cuando se desarrolla el lenguaje. Si el niño no escucha no podrá aprender a hablar.
Así lo manifiesta Lilian Flores Beltrán, licenciada en Terapia de Audición y Lenguaje y doctora en Pedagogía y Educación, quien detalla que la elevada incidencia en la entidad responde a factores congénitos. Explica que especialistas han realizado estudios para identificar síndromes o mutaciones genéticas que ocasionan esta condición.
Flores Beltrán señala que, a menudo, no se otorga la importancia debida al sentido de la audición, a pesar de que, como los otros sentidos, permite conectar con el entorno. No obstante, como la audición es “invisible”, puede pasar inadvertida: un niño con pérdida auditiva puede correr y desarrollarse físicamente, sin mostrar signos evidentes del problema, a diferencia de un niño invidente, por ejemplo.
La importancia del tamiz auditivo
La detección de la sordera infantil debe ser una prioridad en los estándares de salud infantil. Afortunadamente, existen métodos como el tamiz auditivo neonatal, prueba no invasiva y sencilla, que debe aplicarse a todos los recién nacidos en los hospitales.
Aunque algunos hospitales privados ofrecen esta prueba, Flores Beltrán advierte que, en ocasiones, las familias con nivel sociocultural bajo la rechazan, bajo la falsa creencia de que no es necesaria si no existen antecedentes familiares de sordera. Sin embargo, el 95% de las personas sordas a nivel mundial son hijos de padres oyentes, lo que refuerza la importancia del tamiz neonatal y las pruebas auditivas durante la edad escolar.
La especialista subraya que los padres deben estar atentos al desarrollo auditivo de sus hijos. Un niño sano responde a estímulos sonoros fuertes, desarrolla balbuceo y juega con su voz, ya que la escucha estimula la producción de sonidos. En contraste, un niño con pérdida auditiva no se sobresalta ante ruidos fuertes ni responde a su nombre a los seis meses de edad.
“Los padres suelen percatarse del problema cuando el niño comienza a caminar, pues al alejarse, no responde al ser llamado”, apunta.
Añade que, en ocasiones, al observar que su hijo sonríe al verlos los padres creen erróneamente que escucha, cuando en realidad solo reaccionan a estímulos visuales, lo que lleva a la negación.
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Flores Beltrán dice que el oído es la puerta de entrada de los estímulos auditivos. Si esta puerta está mal cerrada, mal formada o dañada, el sonido no llega al cerebro, no se forman neuroconexiones ni sinapsis, y por ende, se afecta el desarrollo cognitivo y del lenguaje.
La especialista lamenta que algunos pediatras no den importancia a las preocupaciones de los padres, pues muchas veces se les indica esperar, bajo el argumento de que algunos niños desarrollan el lenguaje más tarde. Sin embargo, enfatiza que la detección y atención tempranas son cruciales.
Primera mexicana certificada en Terapia Auditiva Verbal, Flores Beltrán precisa que, si bien la mayoría de las causas de sordera son desconocidas, muchas son congénitas. Puede ser consecuencia de situaciones prenatales, complicaciones en el nacimiento —pues el oído se forma en el quinto mes de la gestación—, síndromes genéticos, enfermedades, y el uso inadecuado de antibióticos.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que el 20% de la población mundial —equivalente a 1.5 billones de personas— presenta algún grado de hipoacusia, de los cuales 430 millones tienen pérdida auditiva discapacitante. El 80% de los casos se concentra en países de ingresos bajos o medios.
Se calcula que para el año 2050 habrá 34 millones de niños sordos en el mundo, y 2.5 billones de personas presentarán algún grado de pérdida auditiva.
La pérdida auditiva puede ser tratada o mitigada mediante tecnología, insiste la especialista, y es responsabilidad de los gobiernos impulsar su acceso. El lenguaje es esencial para transmitir deseos y sentimientos, adquirir conocimientos y desarrollar habilidades de lectura y escritura.
Flores Beltrán explica que si la pérdida auditiva se localiza en el oído externo, existen cirugías reconstructivas para atenderla; si afecta al oído medio, también puede corregirse quirúrgicamente. En casos de sordera neurosensorial —cuando la cóclea o el nervio auditivo están dañados—, se utilizan audífonos especializados o, si la sordera es severa o profunda, implantes cocleares.
Aclara que confiar en audífonos convencionales (no diseñados específicamente para el problema) puede significar una pérdida de tiempo crucial para el desarrollo del lenguaje, pues para lograr un adecuado dominio del mismo un niño debe escuchar alrededor de 21 mil palabras al día.
Flores Beltrán aconseja realizar el implante coclear a los nueve meses de edad en casos diagnosticados de sordera severa o profunda. Actualmente, en México, Europa y Australia, se pueden colocar desde los seis meses, lo cual es fundamental para un desarrollo óptimo del lenguaje en los menores.