Beber poca agua: más peligroso de lo que crees
Beber agua es uno de los hábitos más simples y poderosos para mantener el bienestar general.
Beber suficiente agua no es solo una recomendación general de salud: es una necesidad básica para que el cuerpo funcione correctamente. A pesar de ello, muchas personas no consumen la cantidad diaria recomendada, lo cual puede provocar efectos negativos tanto a corto como a largo plazo.
Uno de los primeros síntomas de la deshidratación leve es la fatiga. Incluso con una ligera pérdida de líquidos, el cuerpo se siente más cansado, el estado de ánimo cambia y la concentración disminuye. Esto se debe a que el agua es esencial para mantener el equilibrio de electrolitos y transportar nutrientes a las células.
Además, beber poca agua puede afectar el sistema digestivo. La falta de hidratación dificulta el proceso digestivo y puede causar estreñimiento, ya que el intestino necesita agua para mover adecuadamente los desechos. También puede provocar acidez o indigestión en algunas personas.
Otro riesgo importante es para los riñones. El agua ayuda a eliminar toxinas a través de la orina, por lo que una hidratación insuficiente puede aumentar el riesgo de infecciones urinarias y cálculos renales. A largo plazo, la deshidratación constante puede dañar la función renal.
La piel también refleja la falta de agua. Cuando no se bebe lo suficiente, la piel puede volverse más seca, opaca y propensa a irritaciones. Aunque no se trata solo de estética, es una señal de que el cuerpo no está recibiendo el líquido necesario para mantenerse en equilibrio.
En resumen, no tomar suficiente agua todos los días puede parecer inofensivo al principio, pero con el tiempo puede impactar negativamente en la energía, la digestión, la salud renal y hasta en el aspecto físico.