Descubren gen clave para frenar la diabetes tipo 2

El descubrimiento del SMOC1 representa un avance esperanzador para millones de personas que viven con diabetes tipo 2 en el mundo.

Braulio Reyes · Hace 8 horas
Podría marcar el inicio de una nueva generación de tratamientos. Foto: Pexels

Científicos del City of Hope han identificado un gen llamado SMOC1, que podría jugar un papel determinante en frenar el deterioro de las células beta del páncreas, responsables de producir insulina. Este hallazgo abre una nueva vía de esperanza hacia terapias que no solo controlen la diabetes tipo 2, sino que actúen directamente sobre sus causas biológicas.

El estudio reveló que en personas con diabetes tipo 2, el gen SMOC1 se activa de manera anómala en las células beta, afectando su funcionamiento y contribuyendo a la pérdida progresiva de sensibilidad a la glucosa. En condiciones normales, este gen solo debería estar activo en las células alfa, encargadas de producir glucagón.

Los investigadores plantean que bloquear la acción de SMOC1 podría ayudar a que las células beta mantengan su identidad y capacidad funcional, lo que representaría un gran avance en el tratamiento de la enfermedad.

Aunque el descubrimiento no constituye una cura inmediata, los expertos señalan que marca un paso clave hacia terapias regenerativas más precisas. Sin embargo, advierten que la diabetes tipo 2 sigue siendo un trastorno complejo, influido por factores genéticos, obesidad, resistencia a la insulina y hábitos de vida.

Las propuestas basadas en el gen SMOC1 aún se encuentran en fase experimental y requerirán varios años de validación clínica antes de convertirse en un tratamiento viable.

Los próximos pasos incluyen:

  • Estudios preclínicos para probar fármacos que inhiban SMOC1 en modelos celulares y animales.
  • Evaluaciones de seguridad para determinar posibles efectos secundarios.
  • Ensayos clínicos en humanos, con el fin de comprobar si realmente es posible retrasar o detener el avance de la enfermedad.

El descubrimiento del SMOC1 representa un avance esperanzador para millones de personas que viven con diabetes tipo 2 en el mundo. Si las investigaciones confirman su potencial, podría marcar el inicio de una nueva generación de tratamientos, capaces de atacar el origen del problema y no solo sus síntomas.

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