El consumo de refrescos incrementa el riesgo de daño hepático
Tanto los refrescos azucarados como los dietéticos pueden tener efectos negativos en la salud, especialmente en el hígado y el metabolismo.
Un estudio reciente reveló que beber refrescos de forma habitual, ya sean azucarados o dietéticos, está asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades hepáticas y metabólicas. Según la investigación, consumir una sola lata de refresco al día puede aumentar hasta en un 60% la probabilidad de sufrir daño hepático, incluso en versiones sin azúcar.
El análisis, realizado con datos de más de 123,000 adultos, encontró que los edulcorantes artificiales presentes en los refrescos dietéticos pueden alterar el microbioma intestinal, afectar la sensación de saciedad e inducir respuestas de insulina, aunque no aporten calorías. Por su parte, los refrescos azucarados provocan picos de glucosa e insulina, contribuyen al aumento de peso y elevan el ácido úrico, factores relacionados con la acumulación de grasa en el hígado.
Los especialistas sugieren que sustituir los refrescos por agua puede reducir significativamente el riesgo de enfermedad hepática, al tiempo que hidrata el organismo y evita la sobrecarga metabólica.
El consumo frecuente de refrescos también se vincula con un mayor riesgo de síndrome metabólico, un conjunto de afecciones que incrementan la probabilidad de sufrir enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes. Los edulcorantes artificiales pueden interferir con la regulación de la glucosa y la insulina, aumentando la vulnerabilidad a estas condiciones.
Tanto los refrescos azucarados como los dietéticos pueden tener efectos negativos en la salud, especialmente en el hígado y el metabolismo. Elegir alternativas más saludables, como el agua, es una medida clave para proteger la salud y reducir riesgos a largo plazo.
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